El piloto salteño se entrena en las dunas de Iquique para simular la arena de Perú y cree que llega mejor que en la anterior edición, cuando fue subcampeón.
“El verdadero reto del crecimiento mental, emocional y espiritual viene cuando eres noqueado. Se necesita coraje para volver a empezar”.
Esta fue la frase que Kevin Benavides publicó en Instagram luego de que dos fuertes caídas lo hicieran abandonar en las últimas carreras del año del Mundial Rally Cross Country y de ser puntero el salteño pasara a ver cómo se desvanecía el sueño de ser campeón mundial de motos. Golpeado en lo físico y sobre todo en lo anímico, Kevin da la cara cuando queda poco más de un mes de su nueva ilusión, el Dakar. “Fueron dos llamados de atención que recibí en poco tiempo y debo tomarlos en cuenta. Hice mis evaluaciones personales y pedí cambios en la moto para que se ajuste más a mi manejo. No tengo dudas que esos golpes me dejaron enseñanzas y que al Dakar voy a llegar siendo un mejor piloto”, asegura quien en enero fue subcampeón de la carrera más dura del mundo y ahora quiere más. “Ya disputé dos Dakar y aprendí mucho. Hay que ser agresivo pero, a la vez, inteligente”, evalúa desde Iquique, donde se entrena a poco más de un mes del comienzo (6/1) de una edición que esta vez se realizará íntegramente en suelo peruano.
El primer objetivo del año no se dio, pero el segundo y más importante está más latente que nunca. “Hice un reseteo mental luego del final accidentado del Rally y ya llevo un mes pensando sólo en el Dakar. Si bien la preparación es todo el año, con carreras del Mundial en el medio, ahora estamos en la recta final en un desierto similar al que encontraremos en Perú. Tengo muy buenas sensaciones, me siento cómodo”, explica quien, en la última edición, brilló en lo que fue apenas su segundo Dakar luego de ser 4° en el 2016 y convertirse en el primer argentino en ganar una etapa. En enero pasado, Kevin terminó a sólo 16m53 del campeón Mathias Walkner (austríaco de KTM) y quedó por delante de Toby Price, ganador del 2016.
Benavides, que estuvo en el top 3 en ocho de las 12 etapas que se corrieron, llegó a ser líder de la general tras la sexta, siendo el primer argentino en los 40 años de historia de la carrera en ser puntero en motos. De no haber sido por un problema de navegación en la décima, que lo dejó 17° y él atribuyó a un error del Road Book (hizo un reclamo que no prosperó), podría haber sido el primer campeón latinoamericano del Dakar. Así, en un año, pasó de revelación a candidato. Por eso no pone excusas y se prepara para ir por todo. Lo hará con el N° 47, ya que tenía disponible el 2 por ser subcampeón, pero prefirió volver a usar su número de toda la vida.
Esta edición no pasará por Argentina, el terreno que Kevin mejor conoce, pero él no siente que sea una desventaja. “Perú me gusta, es una zona de mucha arena y vamos a tener 10 etapas muy duras en esa superficie. No me perjudica”, analiza quien a los 29 años siente que atraviesa su mejor momento para poder ganar el Dakar. “Para lograrlo se necesitan muchas cosas porque son varios días, consecutivos, con etapas muy exigentes y en un deporte impredecible. Todo te lleva al límite y hay que estar mentalmente preparado. La estrategia cambiará por la arena, aunque intentaré llevar un buen ritmo, hacer un buen trabajo en la navegación y ser consciente de la importancia de tener el mejor tiempo posible en cada etapa. El Dakar se gana paso a paso, con cabeza fría, y yo siento que tengo todo para lograrlo”, considera sin dudar.
Benavides, que se subió por primera vez a una moto a los tres años y saltó a la fama mundial en el 2012 como una figura del Enduro, ha superado situaciones difíciles que, siente, lo han hecho mejor piloto. “Los golpes fueron muy duros, pero no me produjeron lesiones. Cuando me hicieron los estudios y no había fracturas, me volvió el alma al cuerpo. El miedo queda, siempre estará, el tema es no pensar”, explica. El Honda Monster Energy, pese a que tendrá otros cuatro pilotos de altísimo nivel (Joan Barreda, Paulo Goncalves, Ricky Brabec y José Cornejo), lo tiene como su niño mimado y muchos dicen que es la gran esperanza del equipo para terminar con la absoluta supremacía de KTM, que ganó cada una de las ediciones del Dakar. Justamente Kevin estuvo en noviembre en la presentación que Honda hizo en Milán y allí compartió escenario (y cartel) con las estrellas del mundo, como Marc Márquez, el español que viene de consagrarse campeón mundial del Moto GP por quinta vez. “Estuvo muy lindo. Siento que la marca confía mucho en mí y yo trato de devolverle. Me siento muy cómodo dentro del equipo. Ojalá pueda darle el título que todos soñamos”, cierra Kevin.